Tal como se ha mencionado, una formulación exitosa de la estrategia depende, no sólo del análisis del mercado y de la competencia, sino que también está sumamente relacionada con el juicio y la visión empresarial. Sin embargo, la implementación adecuada no depende solamente de la alta dirección, pues es la ejecución la que se da a través de todos los niveles de la organización. Y en este punto es en donde radica gran parte del éxito o fracaso de cualquier corporación, pues no basta con tener la capacidad de convertir las metas en tareas específicas, es fundamental que estas tareas sean medibles y su seguimiento se realice periódicamente y, sobre todo, sin descuidar los detalles.
Desde esta perspectiva, es la estructura interna de la organización la que debe ajustarse a la estrategia, y para esto, la figura de “Ejecutivo de Estrategia” ha tomado fuerza entre los estudiosos de la materia. Sus tareas específicas estarían relacionadas principalmente con garantizar la puesta en marcha de la estrategia formulada desde la Alta Dirección, impactando sobre todos los niveles de la organización, generando sinergias, buscando recursos y, de ser necesario, recurriendo a agentes externos que fortalezcan el accionar de la empresa y la toma de decisiones.
Así las cosas, un verdadero líder de ejecución debe tener las siguientes siete conductas claves:
- Conocer su negocio y su personal
- Ser realista y creativo
- Fijar metas y prioridades claras
- Dar seguimiento a las metas
- Reconocer y recompensar a quien hace las cosas bien
- Apoyar el crecimiento personal y profesional de los demás
- Conocerse a sí mismo
Las operaciones: La triada perfecta entre estrategia, personal y recursos
En palabras de Charam y Bossudy, si bien las operaciones pueden ser entendidas desde el concepto tradicional de una empresa (marketing, logística, etc), “operacionalizar” la estrategia hace referencia a posibilitar su ejecución. Así, en palabras de los autores, “se trata de un proceso operativo vigoroso, centrado en un plan operativo que vincula la estrategia y el personal, a los resultados”.
Como ya se ha anotado, con el proceso de estrategia se define a dónde se quiere llevar el negocio, ahora, el proceso de personal define quiénes lo van a llevar a ese anhelado lugar. Ahora bien, el camino a seguir por el personal es definido por el plan operativo, pero no es un camino recto, por el contrario, es una trocha, un camino de herradura lleno de piedras, recovecos y muchas calles sin salida. Y es precisamente acá en donde la empresa debe fijar prioridades, analizar escenarios, tomar decisiones y recomponer el rumbo si es necesario.
Acá, el problema radica en la habilidad que tenga la empresa para disponer de todos los recursos necesarios frente a las decisiones de última hora que deban tomarse. Si bien el presupuesto se establece de manera anual, no puede convertirse en una camisa de fuerza o en una talanquera, para la realización de una tarea que deba realizarse de manera inmediata.
Así las cosas, un buen proceso de planeación estratégica también requiere reconocer la flexibilidad como un componente real y necesario. De igual manera es fundamental reconocer que al hablar de personal, no solamente se hace referencia a los colaboradores que, sin importar su nivel, trabajan en la empresa; también se refiere a los equipos de expertos de apoyo, que deben estar presentes de manera transversal, en todos los procesos de la misma, como por ejemplo los asesores en temas jurídicos, quienes serán los encargados de blindar a la Alta Dirección y apoyar sus intereses de crecimiento y consolidación.
A manera de conclusión
Si bien el concepto de Ejecución Estratégica ha sido un concepto poco estudiado y hasta polémico, su importancia se hace evidente en tiempos en donde la incertidumbre ya hace parte de la cotidianidad y no es posible establecer planes estratégicos empresariales inmunes a los cambios del entorno; cambios por demás, que se dan a velocidades anteriormente inimaginables.
En estos nuevos tiempos, la realidad debe partir desde ver “las cosas como son” y no “las cosas como le gustaría que fueran” y los resultados empresariales dejan de ser meras cifras y se convierten en la sumatoria de pequeñas victorias desde todos los niveles de la corporación.